Te olvido porque no te rejuvences en mis aguas,
se da mil vueltas la aurora por los cielos de tu inhospita existencia,
de cal el amor que te compra los ojos, la boca y la cintura,
mientras cruzados los naufragos soles de tus días,
estas tan lejos de mi profunda experiencia de ti,
a solas en este mundo traicionero.
Se me recogen las aguas de desasosiego,
yace enfermo el llano, vacio de tu miseria de arenas,
de niebla y de humedades pasadas.
Se me recogen las sombras de tus siluetas,
de pasados pisados, sin encuentros futuros.
Se me recogen las ganas del infinito perdido
en tu piel eterna,
en tu piel asoleada, cuidada, suave, suave y cuidada.
Me entretengo naufragando en tantos momentos y minutos de soledad. Les escribo a ustedes, me escribo a mi.
sábado, 16 de enero de 2010
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2 comentarios:
Amiga a la que amo: no envejezcas.
Que se detenga el tiempo sin tocarte;
que no te quite el manto
de la perfecta juventud. Inmóvil
junto a tu cuerpo de muchacha dulce
quede, al hallarte, el tiempo.
Si tu hermosura ha sido
la llave del amor, si tu hermosura
con el amor me ha dado
la certidumbre de la dicha,
la compañía sin dolor, el vuelo,
guárdate hermosa, joven siempre.
No quiero ni pensar lo que tendría
de soledad mi corazón necesitado,
si la vejez dañina, prejuiciosa
cargara en ti la mano,
y mordiera tu piel, desvencijara
tus dientes, y la música
que mueves, al moverte, deshiciera.
Guárdame siempre en la delicia
de tus dientes parejos, de tus ojos,
de tus olores buenos,
de tus brazos que me enseñas
cuando a solas conmigo te has quedado
desnuda toda, en sombras,
sin más luz que la tuya,
porque tu cuerpo alumbra cuando amas,
más tierna tú que las pequeñas flores
con que te adorno a veces.
Guárdame en la alegría de mirarte
ir y venir en ritmo, caminando
y, al caminar, meciéndote
como si regresaras de la llave del agua
llevando un cántaro en el hombro.
Y cuando me haga viejo,
y engorde y quede calvo, no te apiades
de mis ojos hinchados, de mis dientes
postizos, de las canas que me salgan
por la nariz. Aléjame,
no te apiades, destiérrame, te pido;
hermosa entonces, joven como ahora,
no me ames: recuérdame
tal como fui al cantarte, cuando era
yo tu voz y tu escudo,
y estabas sola, y te sirvió mi mano.
Rubén Bonifaz Nuño
No inventes, este poema es HERMOSO!!!!!.....perfecto.
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